No quisiera hablar sobre algún tipo de adicción en particular, porque me parece que la raíz de lo que llamamos adicción es siempre la misma. Podemos ser adictos a comer, al trabajo, a estar siempre con alguien, a las drogas, a la religión, al alcohol, Internet, al teléfono móvil, etc, y pareciera que cualquiera de estas cosas a las que somos adictos, pudieran en algún momento dado ponerle un fin a nuestro malestar, a la sensación de que falta algo en el momento presente.
En un momento específico sentimos que la próxima dosis, nos va a completar. Nuevamente, nos vamos a sentir bien. ¿Verdad? Encima lo que más nos confunde es que en el momento que estamos realizando la acción a la cual somos adictos, aunque sea por ese momento, volvemos a tener la sensación de sentirnos completos, felices, sin tener la necesidad de buscar nada más. Lo que sucede que al generarse a través de un agente externo, esta felicidad no puede durar, entonces cuando el objeto de la adicción no está disponible, sufrimos y es ahí cuando volvemos a buscar nuevamente esa sensación de completitud en la que todo volverá a estar bien, y se genera este círculo vicioso de búsqueda que pareciera no tener final. Básicamente podríamos decir que cualquier humano que no sabe quién es, o que está identificado con la mente es un buscador, un buscador de un mejor momento, por lo tanto un adicto en sí mismo. Solo porque algunas adicciones parezcan ser más intensas que otras, no quiere decir que no seamos adictos igualmente.
¿Cómo podemos abordar esto desde la meditación?
Bueno, en primer lugar ¿podríamos cuando sentimos el malestar, quedarnos con el malestar sin intentar escapar de él? No digo por mucho tiempo, solo por un momento … podríamos acercarnos al malestar de una manera curiosa y amigable, sin resistirnos a él?. O sea, de repente, me doy cuenta que necesito de algo para estar bien, y veo que desde el lugar desde el cual me estoy moviendo interiormente se haya en conflicto. Me puedo sentir, tenso, angustiado, hasta violento, y sentir que si consigo lo que quiero conseguir esto va a desaparecer, y es ahí cuando invitaría a que reflexionemos sobre esto y que lo veamos de una manera total y no parcial. Cuando tomamos la actitud interna de permitirnos sentir el malestar, algo en nosotros frena, y al frenar también se hace consciente. De esta manera aprendemos a mirar la experiencia no a corto plazo sino a largo plazo.
¿Qué sucede si podemos ver la experiencia en su totalidad?
Todas las personas queremos sentirnos bien, entonces, desde el momento que necesito de algo para que eso suceda… ¿No estoy ya sufriendo? Es posible liberarse de esa sensación de carencia?
¿Podemos descubrir la raíz de lo que nos pasa, por nosotros mismos a través de nuestra experiencia y utilizar la adicción como un medio para conocernos mejor?
¿Qué sería tocar fondo?
Seguramente hayas escuchado esta frase, la de tocar fondo. Desde mi parecer tocar fondo, es que llegamos a un punto tal que ya ni siquiera el objeto del cual somos adictos, nos da la felicidad. O sea que el malestar inicial que al principio intentamos tapar a través de la adicción ahora se volvió tan grande que ya ni lo puedo tapar. Entonces, cuando llego a este punto de maduración, tengo que meditar a la fuerza, o sea, tengo que experimentar las sensaciones que no quise experimentar en su momento, porque ya no puedo utilizar nada externo para evadirlas. En si mismo, ahora no tengo más opción que quedarme conmigo mismo, ya no puedo evadirme. Sería como volver al principio, al día que empezó todo.
La idea es que no sea necesario llegar a semejante situación, y que más bien intentemos detenernos antes. Sin juzgar el objeto de la adicción como malo o como bueno, ¿qué problema hay con tomarse un trago?¿Con ir al casino? ¿Con fumarse un cigarrillo? Pueden ser partes muy buenas de la vida, cuando no las utilizamos para
evadirnos a nosotros mismos. Por lo tanto el objeto de la adicción no es el culpable de lo que a mi me pasa, sino más bien la relación que yo tengo con dicho objeto. Mi relación de necesidad es lo que está generando el conflicto, entonces viéndolo de esta manera podemos girar el timón y en vez de buscar afuera la solución, buscarla adentro. Ir hacia adentro, hacia lo que sentimos y explorar curiosamente sin juzgarnos qué es lo que nos sucede.
En la más profunda aceptación (Diría Jeff Foster en su hermoso libro que tiene ese nombre el cual te recomiendo mucho), la búsqueda desaparece y solo queda lo que es. Es como descansar, al fin poder descansar y dejar que la vida que somos nos sostenga. Quizá la completitud que estabas buscando, se encontraba en el lugar menos pensado. En vos mismo… ¿Has mirado alguna vez?