Las primeras veces que empecé a notar la influencia de la meditación fue dentro del deporte. Jugué al basket aproximadamente 10 años y competía en la liga de mi ciudad. Notaba que había días que te salían todas las jugadas y otros días que no te salía ninguna. A veces se decía que eran días buenos o malos como si fuera producto del azar, pero mi intención era descubrir cuáles eran los motivos por los cuales los jugadores teníamos esos días y ver si era posible entrenar esos aspectos. Luego también ya más de adulto, comencé a interesarme en el tenis porque vi que era un juego donde la psicología parecía influenciar mucho más que en los deportes de grupo.
Cada tanto escuchaba algo sobre la Zona Cero. Decían los jugadores que a veces entraban en la zona, y les salían todas las jugadas. Luego me di cuenta que estaban hablando de Meditación solo que con un nombre diferente.
Notaban que cuando no hay resultado de por medio juegan mucho mejor. También solía pasar que cuando había una diferencia muy importante en cuanto al ranking de un jugador al otro, a veces el jugador que entraba como diciéndose a si mismo que no tenía nada que perder, terminaba ganando el partido jugando de una manera increíble. Y luego al siguiente partido, en una situación distinta eso parecía desaparecer. Es como si volvieran a la normalidad.
Entonces, ¿cuánto tiene que ver la Meditación en el desarrollo de un deportista?
Muchísimo y puede marcar la diferencia entre un profesional y alguien que no lo es.
En primer lugar, cuando meditamos nuestro principal interés es el disfrute, nos guiamos por el entusiasmo del juego y no por el resultado en sí mismo. El resultado es algo anecdótico que viene después, y paradójicamente cuanto más disfrutemos lo que hacemos tendremos mejores resultados. Entonces, lo único que un deportista tiene ¿Qué es? El siguiente movimiento. O sea… la siguiente jugada. No hay más que eso. La mente cuando no se fragmenta, y ve la experiencia de una manera total se enfoca de una manera absolutamente distinta. Cuando hay un resultado que implique tiempo se genera una tensión, que es la separación entre lo que es y lo que yo quiero que sea (Expectativas). La mente no es que esté distraída, es que no está en el momento presente por que busca la plenitud en el resultado y pierde enfoque. Esta pérdida de enfoque, resultado de la expectativa por el futuro resultado, genera que el jugador se bloquee reduciendo mucho sus habilidades. Entonces, lo primero a descubrir es que no necesito tiempo para ser quien soy. O sea, nada de lo que logre en el futuro me va a hacer sentir realizado. ¿Es esto deprimente? Para el ego sí, pero para lo que realmente somos no. Entonces, ¿Quiere decir que no tengo que competir?¿Quiere decir que no me voy a poner metas? Claro que vamos a tener metas, sueños por cumplir y no hay nada de malo en eso, es más , es una parte muy divertida de la vida, pero no le vamos a dar la seriedad y el peso que no tienen. Entonces vamos a poder fluir mucho mejor con la actividad. Es por eso que entramos en un estado atemporal, o sea libre del tiempo. Vamos a notar que todo nos resulta mucho más fácil y por lo tanto vamos a divertirnos mucho más y muy probablemente nos acompañen los resultados. Es paradójico… cuanto menos nos importa ganar, más ganamos. Y esto es algo que cualquiera de los jugadores seguramente habrán experimentado, pareciera que cuando algo deja de importarme, me empieza a salir mucho mejor. Esto se llama la ley del péndulo que en otro artículo lo explicaré con más detenimiento.
Entonces volviendo a la zona cero o a la inspiración, podríamos decir que es meditación en movimiento donde el Yo queda en un segundo plano, y la vida juega por nosotros.
Nosotros no hacemos los movimientos, los movimientos se hacen solos y lo que hacemos es disfrutar de esa energía. Competimos ya no con el otro, sino con nosotros mismos evolucionando cada día, y dejando todo en cada movimiento. Cada momento es único e irrepetible, siempre vamos progresando y evolucionando por amor al deporte. Y esto no tiene final. El progreso no tiene final, por lo tanto siempre estamos mejorando y aprendiendo. La plenitud se encuentra en el proceso, no en la meta y así aprendemos a convertir el proceso en la meta.
Aprender a meditar dentro del deporte, es una de las mejores herramientas que se pueden desarrollar porque no sólo vas a meditar dentro de la cancha , sino que también vas a aprender a hacerlo fuera de ella.
Y es ahí donde todo se pone aún más interesante.